Se manifiesta antes que el carácter y la personalidad en conjunto. Es por esto que se considera que el ambiente interactúa con el temperamento de las personas, lo que da pie a desarrollar algunos rasgos que la van a caracterizar.
Al ser una dimensión biológica, tiene sus raíces en la genética y tiene una estrecha relación con la forma en que funciona el sistema endocrino y nervioso. Así, en el temperamento influyen mucho las hormonas y los neurotransmisores.
De igual forma, aspectos como la alerta cerebral también influyen en el temperamento, aunque en menor medida. Cabe mencionar que tener un temperamento u otro, además de influir en el desarrollo de la personalidad, también genera una predisposición al desarrollo de ciertos rasgos.
Por ejemplo, un temperamento que tenga detrás un sistema nervioso simpático hiperactivo hace que las personas sean más propensas a presentar cuadros de ansiedad. Asimismo, las personas que tienen crónicamente bajos niveles de activación cortical son más propensos a tener rasgos de extroversión.